domingo, 28 de agosto de 2011

Una lepra, leprosa

Sábado soleado con mi hermano al lado, ambos en casa. A pocas cuadras, jugaba Independiente Rivadavia contra Quilmes. Teniamos entradas. Logicamente le dije: "Vamos a la cancha". Nos tomamos el trole, nos bajamos en Boulogne Sur Mer y Arístides. Rodeamos caminando el Bautista Gargantini, en el viaje vimos a una hincha visitante con flor de culo, e ingresamos.
Dentro del estadio, el show típico de cada partido de los azules. Mucho glamour, mucho hincha tradicional y mucha minita que no entiende nada. Completo.
Empezó el juego. La lepra, conducida por Enrique Hrabina, literalmente no daba pie con bola. El DT dispuso dos cambios respecto del match ante River (1-3 abajo): Taborda por Ayala y Villafañe por Oliva. Peor todavía.
La cuestión es que en la techada, como es ya una práctica normal, los hinchas puteaban a más no poder. Me abstraje del partido y con mi menor subjetividad posible, me pregunté si tenían razón. Es decir si los jugadores, ante tan patética actuación, merecían ser desmesuradamente puteados; o los hinchas se zarparon. Lógicamente yo conformaba la parte de la parcialidad puteadora (porque estaba instalado en ese sector, no porque puteara) y a la única conlusión que llegué es que a Independiente le pasa siempre lo mismo. Que se super-refuerza para nada.
Intuyo que está engualichado. Trae jugadores de primera línea, de PRIMERA, que vienen acá sólo para hacer agua. Yo no sé si la presión de la gente les come las piernas pero, por ejemplo, Brítez Ojeda paseaba su lengua larga afuera de la boca de lo cansado que estaba. Otro, Sale Gómez y entra Morales Neumann y en la primera intervención en ataque se lesiona la rodilla.
Ah me olvidaba. De Quilmes, nada más que un gol a los 43 del segundo.
Tras el pitazo final de Carlos Maglio todo fue alboroto y quilombo. Bueh, lo de siempre.
En fin, la lepra perdió 3 de 3 jugados y ahora dicen que el Ruso Hrabina (que asumió hace 20 días) va a "renunciar".